Reflexiones


La labor docente no es fácil, ni entenderla ni llevarla a cabo, es sumamente compleja y tiene una gran cantidad de variables que inciden ella, tanto positivamente como en su gran mayoría, de manera negativa.

¿Quién decide si un maestro es bueno, o no lo es? Emitir un juicio de esta magnitud no es nada sencillo, ya que para evaluar el desempeño docente se tiene que tomar en cuenta una infinidad de factores, tales como: la cantidad de alumnos por grupo, la infraestructura (si es la adecuada o no), los valores y la disciplina inculcada en el hogar, el nivel sociocultural de los padres, los tipos de familia (nuclear, uniparental, etc,), el compromiso de los padres con la escuela y un largo etcétera que influyen de manera directa o indirecta en el aprovechamiento de los alumnos.
En mi larga trayectoria como docente, me ha tocado la fortuna de trabajar en una gran diversidad de condiciones y la conclusión a la que he llegado es que un alumno no va a  aprender si no tiene la motivación para hacerlo.


Esa es la gran disyuntiva de nuestra labor, el  buscar cómo interesar al alumno para que aprenda. que siempre tenga la actitud de aprender y no lo vea como una obligación, por eso la importancia de llevar a cabo una buena planeación, diseñar actividades interesantes y diversas y cerrar con una evaluación que sirva para para retroalimentar lo aprendido.


Por eso considero conveniente llevar una recolección de evidencias  sobre mi práctica docente, que me permita hacer reflexiones y retroalimentaciones para ir mejorando cada día y poder ofrecer a mis alumnos una educación de calidad como es su derecho.

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